La democracia, el patriotismo, la ética, la moral y la honestidad no se los proclama ni se los vocifera. ¡Se los practica! No estoy desilusionado de la democracia, sino de todos aquellos que la declaman y no la practican y que están mancillando sin respetar los preceptos básicos de la Constitución Nacional. Por esa sabia Constitución que todos los que asumen el poder juran cumplir, finalizando con el clásico “Dios y la patria me lo demanden”, cuánta hipocresía. Estoy absolutamente convencido de que la mayoría del pueblo argentino comparte mi desilusión, pero no por eso debemos bajar los brazos. Si la estructura política actual es corrupta, todos debemos actuar con responsabilidad, fe y esperanza para construir una nueva dirigencia desde el pueblo, con voluntad y positiva imaginación, por medio de una resistencia civil sin violencia. Con la participación plena de miles, de millones de argentinos bienintencionados y llenos de ideales y de justos propósitos. Que con ello se priorice la enorme deuda social con el pueblo, tal cual lo manda la Constitución, que hasta ahora no es más que letra muerta, en vez de priorizar la deuda con quienes nos vienen, históricamente, quitando hasta el aire que respiramos al punto de asfixiarnos. Son lamentables y obscenas las “ofertas” publicitarias que lanzaron masivamente para las próximas elecciones, carentes de ideas y propuestas coherentes. Están compitiendo y mezclándose con las publicidades comerciales como un producto más de venta. Al haberse formado uniones de personas que priorizan sus intereses personales, por sobre los de las agrupaciones que dicen representar, es como mezclar agua “ con aceite, y en todos los casos, tanto a nivel, provincial y nacional, incorporaron en sus discursos el “vamos a”, seguido de promesas de difícil cumplimiento, ya que estando en sus funciones, no la cumplieron. Aún faltan ocho meses para las elecciones presidenciales. Son alarmantes las agresiones que se producen desde que comenzó la descalificante campaña en el todos contra todos, habiendo entrado en un callejón sin salida, ya que carecen de programas e ideas, prometiendo soluciones que no dicen cómo lo harán. ¿Cómo podemos creerles si tanto los que ejercen el gobierno como los opositores ya ejercieron el poder con los resultados conocidos, que nos llevaron a transitar este difícil momento político, sin soluciones a la vista? Se echan las culpas unos a otros. Ninguno de los candidatos se despojó de su soberbia, defendiendo lo indefendible para posicionarse para defender sus ambiciones personales, y no tienen la voluntad de convocar a lo que todo el país está reclamando, el Gran Acuerdo Nacional con Pacto de Gobernabilidad y la creación del Consejo Económico Social, integrado por todos sin exclusión de nadie. Considero que debe ser convocado antes de las elecciones; todos deben recapacitar y proceder con patriotismo y despojarse de egoísmos y altanería, independientemente de quién resulte electo, gane uno u otro en las condiciones que está la economía como consecuencia de la pésima praxis política, nos veremos totalmente condicionados por el FMI, que exige cada vez más y sabemos cuáles son sus consecuencias. Creo que existe una forma y también los hombres de bien (no los mesiánicos ) que están capacitados para liderar, conducir, permitir y hacer participar a todos, no solamente cada dos o cuatro años, cuando tenemos que votar -solamente con eso la democracia no alcanza-; aparte de votar también queremos tener herramientas para mandar, o al menos, para que quienes hemos elegido cumplan con lo que prometieron como candidatos. Ya somos lo suficientemente maduros y no debemos permitir que nos sigan dividiendo en miles de pedazos que no hacen más que destruirnos. Ha llegado la hora de unir al pueblo, para recobrar la dignidad que los argentinos nos merecemos. Finalizo con una frase que pertenece al Economista y pensador tucumano David Konzevik: “Los intereses se negocian, los principios no”.
Federico Yurcovich
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